lunes, 5 de octubre de 2009

Diosa Àrbol



Místicamente la Diosa fue conceptuada en la remota antigüedad como un gigantesco árbol cósmico, donde se unen todas las realidades. Tanto el pasado como el futuro, tanto el subconsciente como el supraconsciente, tanto la vida como la muerte, la materia y el espíritu.

La diosa como Árbol Cósmico es el Axis Mundi, el Eje del Mundo, en torno al que giran todas las realidades de espacio y tiempo.

Se la ha llamado también el Árbol de la Vida, ese que el dios patriarcal bíblico temía hallaran Adán y Eva después de haber probado el fruto del árbol del Bien y el Mal que les despertó a la primera estadía de la conciencia.

El Árbol Diosa era así la Madre del Universo, la Madre Árbol, que posteriormente se transformó en columna sagrada en torno a la cual se levantaron templos de piedra.

Ese Árbol Diosa era dador de todos los frutos de bienaventuranza: nutrición, conocimiento, conciencia, alquimia, eternidad ...

El Árbol Cósmico simboliza tanto a la creación como al ente creador, que en esencia son uno. E igualmente el Árbol sagrado será la puerta de entrada a la iniciación y transformación del ser humano desde el estado de conciencia ordinaria al estado de conciencia despierta.


Los antiguos poseían bosques sagrados donde encontrarse con la divinidad, pero cuando llegaron los dioses patriarcales esos milenarios bosques fueron destruidos.

El ser humano actual ha perdido al árbol como elemento místico y también como compañero de vida. Ya nadie mantiene la capacidad de ver a la Diosa en un Árbol Sagrado, ya nadie presiente y concibe al Árbol Cósmico que engloba y despliega toda la creación. Cada galaxia es una hoja de ese Árbol en un determinado nivel de espacio-tiempo. Pero ese Árbol posee infinitos niveles visibles e invisibles, donde se guardan todos los espacio-tiempos.

Viajar por el interior del Árbol de la Diosa es acceder a los mundos ocultos, a las realidades inaccesibles por la conciencia ordinaria. Las Raíces de ese Árbol nos permiten introducirnos en la tierra más profunda, en los secretos del mundo material, en las cavernas del subconsciente. E igualmente ese Árbol a través de sus Ramas nos posibilita viajar a los reinos del espíritu, a los reinos de la luz. Y descubrir que todos esos niveles y reinos, celestes y terrenos, son uno en la Diosa. No son realidades opuestas sino una única realidad que nosotros percibimos dividida y enfrentada.